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CAPÍTULO O

LEO

    Después de dos meses la expedición en Tiahuanaco había concluido y estaba lista para regresar a La Paz; los integrantes del grupo habían salido ese último día como turistas comprando obsequios para sus afectos. Leo, como le decían sus compañeros, decidió esperarlos en el hotel. Tenía todo programado: iría
con ellos hasta la capital de  Bolivia pero no regresaría por el momento a la Argentina. Su padre le había encomendado que visitara a una amiga muy cercana de la familia que vivía en la Isla del Sol del Lago Titicaca. Por supuesto, jamás imaginaría que su vida cambiaría radicalmente a partir de asentar el primer pie sobre ella. 
Todo lo que hasta ese momento daba por comprendido y

conocido, dejaría de serlo; dimensiones inexistentes hasta el presente se abrirían a su paso y conocería el camino hacia lo que él era en verdad, como así también lo que el destino (como 

algunos prefieren llamar), había escrito para su vida. Camino que en realidad él buscaba desde su misteriosa e incomprensible aparición en el mundo.
 

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